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martes, 8 de julio de 2014

ACTIVIDAD 8: Describiendo mi obra de arte


La finalidad de esta última actividad de la secuencia didáctica fue determinar la importancia del proyecto, para poder evidenciar los logros, alcances, fortalezas y debilidades. Esta actividad también tuvo como propósito realizar la evaluación de la implementación para poder determinar si se cumplió con los objetivos propuestos para cada una de las actividades. Esta sesión, al igual que las anteriores se realizó con un alto nivel de motivación y compromiso por parte de los niños. 


Previamente  se organizó el salón con los murales derivados del trabajo que se realizó durante estas 8 sesiones. Se organizaron las mesas de tal manera que se pudiera observar el trabajo de cada niño, de manera que pudieran exponer sus ideas desde allí; los demás niños se hicieron al frente, a manera de auditorio, para poder escuchar las intervenciones de sus compañeros.

Posteriormente se dio paso al foro en el que los niños comentaron que fue lo qué más les gustó, qué no les gustó y cómo se sintieron en la elaboración de su trabajo final, de igual manera, realizaron sus aportes frente a las situaciones que vivieron. 

En esta sesión se reflejan grandes avances en el proceso de oralidad, ya que su participación es ahora más activa, sus intervenciones son más complejas, los niños mantienen el orden a la hora de participar y están atentos a las intervenciones de sus demás compañeros.  En esta línea, es importante resaltar que las actividades permitieron que los niños, sin temor, hicieran sus aportes con respecto a un tema conocido y explorado con anterioridad; para ellos ha sido relevante sentir que se les cede la palabra, que son escuchados por la docente y los demás compañeros, asumiendo de forma asertiva el hecho de equivocarse.

Por otra parte, se evidencia el interés de los niños por participar activamente y desarrollar las actividades respetando las normas de interacción, las cuales, poco a poco, se han ido interiorizando más en los niños.  Se avanzó con la regulación del tono de la voz, la ampliación del vocabulario y la capacidad de expresarse de forma más fluida y coherente, posibilitando realizar descripciones más detalladas de situaciones abordadas, al igual que la manifestación de sentimientos y emociones.

La implementación de esta actividad evidenció, además, que los niños y niñas al utilizar la oralidad como estrategia  enriquecedora pueden adquirir valores de responsabilidad como la conservación y cuidado del planeta Tierra, el mar y los animales en general. También es muy importante resaltar que con la realización e implementación de estas actividades, se aprenden valores como el respeto y la aceptación del compañero y se involucra a toda la comunidad educativa. 


Es bien sabido que las primeras experiencias del lenguaje se construyen de manera espontánea y natural en la cotidianidad de la vida familiar y, en consecuencia, el niño interioriza, como forma específica de conocimiento, los sistemas operativos y funcionales de una lengua particular, su lengua materna. 

A través de la oralidad el niño organiza la realidad de su vida cotidiana alrededor del yo, el aquí de su cuerpo y el ahora de su presente. Al hacer suyos los indicadores lingüísticos que corresponden a estos contextos, funda su subjetividad, es decir, se sitúa como persona en las coordenadas del espacio y el tiempo. Sin embargo, el mundo que construye se va perfilando como mundo intersubjetivo que comparte con otros. La práctica de la oralidad se enriquece con la presencia de los participantes en la situación que tiene como característica la reciprocidad (Rodríguez, 1996, p. 30-38).