La renovación en la enseñanza de la lengua en las aulas de ciclo uno es una sentida necesidad que, como maestras inquietas y transformadoras, palpamos en nuestro diario quehacer pedagógico; es por ello que la oportunidad que tuvimos de llevar a nuestras aulas una secuencia didáctica organizada, pensada, planeada y sistematizada nos permitió analizar que aunque las primeras experiencias del lenguaje se construyen de manera espontánea y natural, en la cotidianidad de la vida familiar, se enriquece este proceso con la interacción que el niño tiene cuando habla, cuando escucha a los otros y cuando socializa sus puntos de vista. También hemos podido analizar que la oralidad es reconocida como una habilidad innata, y por ello la institución educativa ha descuidado su trabajo y fortalecimiento y no hace parte formal del trabajo en el aula de clase.
A partir de esta reflexión fue dirigido el trabajo a crear nuevas formas de acción que nos permitieran incentivar el proceso de oralidad en el aula; esto nos permitió ver que es urgente dotar a los niños de herramientas lingüísticas para desenvolverse en la sociedad en forma autónoma, promoviendo espacios de interacción oral, desarrollando habilidades de comunicación verbal, no verbal y artística en la incorporación progresiva de vocabulario nuevo, en donde se les facilite manifestar sus sentimientos, pensamientos, emociones y necesidades.
Realizar esta Secuencia Didáctica en el aula posibilitó que los niños desarrollaran, a través de sencillas actividades planificadas, regularidades de la escucha que al iniciar no se tenían. Es así como se permitió el andamiaje y desarrollo de los procesos que determinamos explorar en los niños, donde se evidenció el mejoramiento de su tono de voz, incorporación de nuevo vocabulario, escucha de forma activa, respeto por el turno del compañero, manejo de su expresión frente a los demás, participación activa en actividades orales y respeto hacia el otro; el expresar de forma verbal el acuerdo o desacuerdo con el otro son herramientas que desarrollaron poco a poco en nuestros niños ciudadanos participativos y consientes de la función social que les permite el lenguaje.
Para lograr resultados como los expuestos, es indispensable la planificación, sistematizada y graduada en el aula, de situaciones discursivas espontáneas y, posteriormente, más formales, en las que las destrezas de la oralidad puedan ser adquiridas y ejercitadas en forma sistemática. Como maestras de ciclo uno es necesario no limitar el trabajo de la oralidad a los usos informales y coloquiales, pues a pesar de que estos usos son los primeros que se desarrollan y el niño maneja, no son los únicos a los cuales le permite acceder la lengua; por ello es importante llevar a las aulas el trabajo formal de la oralidad en contextos académicos y formales para potenciar en el niño su ser integral social y participativo.